jueves, 23 de julio de 2015

Entre Poros y Salamina, las islas del golfo Sarónico

Entre Poros y Salamina, 
las islas del golfo Sarónico


Por Josep A. Borrell, Periodista e historiador

Entre la región del Ática y la península del Peloponeso se abre un gran golfo conocido como Sarónico, en el que emergen un conjunto de pequeñas islas que han sido muy importantes en el devenir de la historia de Atenas, y son básicas para los atenienses de hoy como lugar de escapada del fin de semana. Denominadas genéricamente islas argosarónicas, se dividen en dos grandes grupos según su situación geográfica: las propiamente del golfo Sarónico  que són Salamina, Egina, Angistri, Spetses y Poros, a las que había de añadirse las dos vecinas a la península de la Argólida de Hidra y Dokos.

En cualquier caso, ambos grupos se presentan juntas y revueltas en todas las guías de viajes y materiales de información y comunicación. La mayor de todas ellas es Salamina, una isla muy pegada a las costas del Ática, y solo está separada unos 2 kilómetros del continente. Fue, efectivamente, donde tuvo lugar la importante batalla naval de la Antigüedad y que permitió la supervivencia de los estados griegos ante el Imperio persa, una solera que no se ha apagado 2.500 años después.


Hoy, Salamina, acoge el puerto de Paloukia, probablemente el segundo en importancia tras El Pireo, y es en realidad un anexo de la costa continental. Su visita es obligada, aunque solo sea para entender cómo Temístocles consiguió derrotar la armada persa.

El placer de un fin de semana
A nivel turístico, sin embargo, destacan en el archipiélago las islas de Egina, Hydra y Poros. Tres fantásticas islas donde reposar tras intensos días de inmersión cultural en Atenas.  La primera, Egina, reúne también ruinas arqueológicas, pero se ha convertido en la isla de recreo de los atenienses de hoy cuando quieren escapar del frenético ritmo de la vida moderna. La isla acoge numerosos hoteles románticos de pequeña capacidad y gran número de tabernas. En ella despunta la ciudad de Egina, principal puerto de la isla, aunque es obligada también una excursión a Perdika, donde se puede disfrutar de un pintoresco pueblo de pescadores y tomar un caique (una barca pequeña) por unos 5 o 6 euros, y acercarse al islote de Moni, reserva natural.

Si Egina es la isla preferida por los atenienses, Hydra, en cambio, es la más cosmopolita. Lugar ya elegido como isla de descanso de personajes de la progresía y la farándula en los años sesenta como el canadiense Leonard Cohen, la italiana Sophia Loren y la actriz-ministra Melina Mercouri, es la única isla griega donde no se permiten vehículos a motor de ningún tipo.


Poros, en cambio, destaca por su entorno natural. Montañosa (358 metros de altitud su punto más alto), con una vegetación espesa y tupida, está repleta de bosque de pinos y limoneros, y también de numerosas calas pequeñas que hacen las delicias de quienes se escapan a ella. Cuenta entre sus atractivos con algunas playas de arena (en el sur), un extraordinario monasterio del siglo XVIII (Moni Zoodohou Pigis) y por supuesto un antiguo templo dedicado a Poseidón, del que queda bien poco pero desde donde hay unas extraordinarias vistas. No hay que olvidar que esta fue la isla preferida del dios de los mares. Su extraordinaria cercanía con el Peloponeso la convierte también en un lugar ideal para realizar viajes a dicha península. El gran teatro de Epidauro no está muy lejos.

Pequeñas joyas del  Egeo son también Angistri, Dokós y Spetses. La primera es un lugar extraordinario para realizar excursiones de un día recorriendo el perímetro de la isla y cruzando los pequeños puertos de Skala, Mylos y Aponissos. La segunda, en cambio,  es austera. Está muy cerca del Peloponeso y habitada únicamente por monjes y algunos rebaños de ovejas.

Finalmente, Spetses se erige altiva y orgullosa, y ofrece el ambiente más auténtico de todas las islas argosarónicas. En ella destaca la ciudad de Spetses, bastante bulliciosa en temporada estival, que acoge impresionantes mansiones antiguas (arhontika) que recuerdan los tiempos de esplendor de este enclave. Aquí es obligada la visita al Museo Boubolina, erigido en la casa donde vivió esta luchadora por la independencia griega. Fue toda una mujer de carácter, algo así como la Agustina de Aragón de los griegos.

Autor: Josep A. Borrell, Periodista e historiador, para www.greciainfo.com

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